Dice Mari Trini en una canción…

Hay una canción de Mari Trini en la que unos de sus versos dice así: “Quién no escribió un poema huyendo de la soledad”. En su día me hizo pensar porque cuando he escrito poemas nunca ha sido huyendo de la soledad entonces me dije: «¿Qué habrá querido decir en este verso, exactamente?, de seguro que su expresión poética se refiere a muchos estados pero, ¿Cuándo he tenido que huir de la soledad, yo qué he hecho?

La soledad solamente la sientes cuando estás ocioso, depende de tu estado de ánimo  para que si piensas en alguien o en algo, lo hagas positiva o negativamente. Es tu estado de ánimo el que debes cuidar de que nunca esté confundido, alterado, irritado, herido, encolerizado. Aún a sabiendas de esta premisa sabes que estando en soledad, pletórico y satisfecho, eliges qué hacer, en qué te gusta emplear tu tiempo; en pasear por la ciudad viendo a la gente de todas las edades ir de un lado a otro, bellas, feas, corrientes; vestidas bien conjuntadas o de cualquier manera, gordas y delgadas. Es la vida que por delante de ti pasa. También eliges pasear mirando al mar, a esa mar siempre viva y unida en su canto, en su borde, al infinito cielo, en sus matices y colores, en sus suaves grises y en atardeceres de atormentados truenos y ráfagas de fuego. Puede ser que te guste leer para distraerte, instruirte, hacerte pensar o gozar; elegir y ver películas de diversos géneros según te apetezca el momento, abrir el PC y buscar en google cosas, abrir la correspondencia y contestarla, escribir sobre lo que estás pensando. Todo eso y más pero intentar huir de la soledad escribiendo un poema, no. Mis poemas han tenido siempre una imagen, una razón que me ha atraído y mi pluma y ahora la máquina de escribir han sido mis instrumentos para verter en una página lo que me pedía salir de mí haciéndolo fluir. Nunca he querido fantasear y ya me decía cuando veía la preciosa caligrafía de mi padre, su retórica en su correspondencia comercial o escuchaba su fantasía, que yo tenía que ser preciso, neutro, concreto.

Si un día le digo a alguien «Como los rizos de las olas galopan sobre la cresta de mis sueños, como las sencillas y alegres flores que crecen en las veredas de nuestros caminos, como el agua cristalina que brota de la roca y se desliza por las torrenteras del bosque en racimos de cerezas queriendo llegar a la pradera en plácido río, como el aire fresco que al amanecer besa a un pétalo en su rocío», hay en todo ello una imagen, una auténtica vida, una persona de carne y hueso a quien se lo estoy diciendo y fue la contemplación de rizos de olas que galopaban hacia mi orilla el instrumento que me llevó hacia ella. No se huye de la soledad escribiendo un poema y si eres capaz de escribirlo es que no estás ni vacío ni solo.

24 junio 2014

Rafael Gálvez Pacheco